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EL SÁBADO: UN REGALO DE DIOS QUE HEMOS DESCUIDADO
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La Iglesia primitiva y el sábado
El libro de Hechos registra la propagación de la Iglesia de Dios
por todo el mundo romano. El sábado es mencionado vez
tras vez como el día en que los discípulos y los conversos
se encontraban para predicar y adorar.
Al viajar de ciudad en ciudad, muchas
veces a pie, el apóstol Pablo llevó el
evangelio hasta la Turquía moderna
y Europa. En las ciudades en que él
se detuvo habló a las congregaciones,
que incluían tanto judíos como
gentiles.
Pablo llegó a los judíos por medio
de la sinagoga, como lo atestigua el
libro de Hechos. De hecho, así como
Jesús tenía la costumbre de asistir a
la sinagoga el sábado, también Pablo
la tenía (Hechos 17:2). Pero Pablo
también llegó a otros judíos que
no tenían sinagoga. Los judíos de
Filipos, aparentemente no tenían los
miembros requeridos para tener una
sinagoga y por lo tanto se reunían a la
orilla del río. Esto también ocurría el
sábado (Hechos 16:13).
Predicando a judíos y
gentiles el sábado
No fueron solamente los judíos los que
Pablo contactó el sábado. Las sinagogas
en el mundo griego con frecuencia
incluían no sólo a los judíos y a los
conversos (prosélitos) sino también
a “griegos devotos” —aquellos que
habían renunciado a la adoración
de ídolos y adoraban a Dios, pero no
habían sido totalmente admitidos a
los privilegios de los prosélitos judíos
(
Notas de Barnes
acerca de Hechos
17:4).
Cuando Pablo habló en Antioquía
de Pisidia el sábado, eran los gentiles
quienes “les rogaron que el siguiente
sábado les hablasen de estas cosas”
(Hechos 13:42). No solamente los
gentiles escucharon primero a Pablo un
sábado, sino que además le dijeron que
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