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EL SÁBADO: UN REGALO DE DIOS QUE HEMOS DESCUIDADO
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Éxodo 20 nos ordena recordar el
sábado, haciendo énfasis en que esto
es parte de la creación de Dios —así
como la creación del ambiente físico
es para el beneficio del hombre, tam-
bién lo es la creación de Dios del
tiempo santo del sábado. El sábado
nos recuerda a nuestro amoroso
Creador, Dios.
Deuteronomio 5 nos ordena guardar
el sábado, haciendo énfasis en que
Dios es nuestro liberador y redentor.
Así como Dios rescató a los hijos de
Israel de la esclavitud en Egipto para
cumplir su propósito con ellos, Él va
a rescatar a toda la humanidad de la
esclavitud del pecado para cumplir
su propósito con nosotros. En otras
palabras, guardar el sábado sirve
como recordatorio del gran plan que
Dios tiene en mente para cada uno de
nosotros.
Dios nos ordena guardar el sábado
cada semana para que podamos pen-
sar, tener en mente y hablar de Dios
como el increíble Creador de todas las
cosas.
El sábado también nos ayuda
a guardar, proteger y celebrar nues-
tro entendimiento de su gran poder y
su promesa de salvación para toda la
humanidad.
Celebrar el sábado de Dios nos ayuda
a ser conscientes de estas verdades.
Ahora, veamos que además de recor-
darnos lo que Dios está haciendo, el
sábado sirve como una señal que iden-
tifica con quiénes está trabajando Él.
Una señal de obediencia
Cinco versículos en dos pasajes del
Antiguo Testamento señalan al
sábado semanal como una “señal”
(como una escarapela o tarjeta de
identificación) que distingue a quie-
nes le obedecen a Él. Todo comenzó
con la relación de Dios con Israel,
cuando Él le ordenó a Moisés que le
dijera al pueblo de Israel que ellos
debían guardar sus sábados como
“señal entre mí y vosotros por vues-
tras generaciones, para que sepáis
que yo soy el Eterno que os santifico”
(Éxodo 31:13).
El versículo 16 describe el manda-
miento del sábado como un pacto, o
contrato, entre Dios e Israel. Los ver-
sículos a continuación relacionan esta
señal con Dios como Creador.
Cientos de años más adelante, Dios
inspiró al profeta Ezequiel a procla-
mar el mismo mensaje a la ahora cau-
tiva nación para explicarle su cauti-
vidad. Dios les dijo que el sábado era
una señal “para que supiesen que yo
soy el Eterno que los santifico” (Eze-
quiel 20:12; vea además versículo 20).
Hay todavía por lo menos tres formas
más en las cuales el sábado es una
señal:
1. El séptimo día es una señal que
identifica a Dios como el Dios de
la creación. Cada sábado debe-
mos hacer una pausa de nuestras
rutinas para adorar al Creador.
Por medio del gran alcance de la