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EL SÁBADO: UN REGALO DE DIOS QUE HEMOS DESCUIDADO
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minar. Lo que ha causado mucho más
problemas a través de los años es deci-
dir
cómo
se debe guardar el sábado.
Como la Biblia nos muestra, desde la
época en la que Israel cruzó el Mar
Muerto hasta el exilio en Babilonia, la
mayoría de las personas de Israel pro-
fanó el sábado de Dios. Después de que
los judíos regresaron del cautiverio,
algunos de los más celosos entre ellos
establecieron un sistema para tratar de
asegurar que la nación jamás toleraría
que semejante abuso del sábado se vol-
viera a presentar.
Aunque esas tradiciones pueden haber
comenzado con una actitud y men-
talidad correctas, a través de los años
se pervirtieron y se convirtieron en
una serie de ordenanzas que hicieron
del sábado una carga. En la época de
Cristo, los fariseos tenían estas tra-
diciones establecidas a lo largo de los
años por sus antecesores.
En ese entonces, su tradición había
identificado 39 categorías principales
de trabajo prohibido en el sábado. Una
lista más detallada de 600 ordenanzas
identificaba no sólo lo que no se podía
hacer el sábado, sino además lo que
se
debía
hacer para guardarlo apropiada-
mente.
Desde nuestra perspectiva actual es
fácil ver que Cristo condenó a los fari-
seos porque: “atan cargas pesadas y
difíciles de llevar, y las ponen sobre
los hombros de los hombres; pero ellos
ni con un dedo quieren moverlas”
(Mateo 23:4).
La mayoría de los conflictos entre los
fariseos y Jesús fue el resultado de sus
tradiciones gravosas. Los líderes reli-
giosos de la época de Cristo acepta-
ron las tradiciones que amontonaban
regulación tras regulación acerca del
sábado, haciéndolo un día gravoso en
lugar de ser un día de descanso de las
labores y preocupaciones de la vida
diaria.
Celebrarlo con amor
¿Cómo debe guardar el día sábado un
cristiano en la actualidad? Dios nos
da un esquema básico en el Antiguo
Testamento. Sabemos que no debe-
mos trabajar el sábado, por ejemplo,
ni debemos hacer nuestros negocios
regulares. Sabemos que debemos per-
mitir que nuestros cónyuges, hijos e
hijas, siervos y empleados, lo celebren
también.
Sabemos que este día es un día santo
—santificado por la presencia de nues-
tro Dios.
Es un día de “santa convo-
cación” (Levítico 23:3) —un día para
reunirnos a aprender de Dios y su
Palabra.
Dios no nos ha dejado en oscuridad en
cuanto a cómo guardar su día sábado
santo, pero tampoco nos dio una lista
de lo que podemos hacer en ese día.
En vez de ello, nos dio principios que
podemos aplicar con sabiduría y con la
intención de honrarlo a Él. Por encima
de todo, Él espera que utilicemos este
día especial para mostrar nuestro
amor —amor por Él y amor por nues-
tro prójimo.
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