Página 40 - 2014-el-ultimo-enemigo

Versión de HTML Básico

40
EL ÚLTIMO ENEMIGO
VidaEsperanzayVerdad.org
mos entender el duelo, analizar las
cinco etapas que la doctora describe
puede resultar muy útil:
Negación:
nuestra primera reacción
ante una pérdida o una situación
extrema probablemente sea pensar
que “estamos bien”. No siendo aún
capaces de aceptar la realidad, opta-
mos por negar la gravedad del asunto
y nos rehusamos a aceptar la pérdida
—adoptamos una especie de meca-
nismo de defensa.
Ira:
en algún momento, la negación
pude dar paso a la ira. En esta etapa
nos cuestionaremos cosas como
“¡¿por qué a mi?!” O pensaremos que
“¡no es justo!”. Incluso es posible que
demostremos nuestra ira con gritos e
impaciencia.
Negociación:
esta etapa ocurre sólo
en ciertos casos. Cuando, por ejem-
plo, nos enteramos que un familiar o
amigo va a morir, puede que busque-
mos alguna manera de negociar con
Dios. Tal vez le pidamos desespera-
damente que salve la vida de la per-
sona y a cambio le prometemos ser
mejores personas, ir a la iglesia todas
las semanas, hacer trabajos volunta-
rios y cosas similares.
Depresión:
quienes enfrentan su
propia muerte o la pérdida de un
ser querido seguramente pasarán
por esta etapa. La depresión viene
cuando, después de haber experi-
mentado casi todo tipo de emocio-
nes, nos vemos sin esperanza de
llenar el vacío. Nada vale la pena.
Ya nada importa. Nuestro dolor nos
lleva a pensar que no hay nada más
que hacer y entramos en un estado
depresivo; nos rendimos por com-
pleto mental y emocionalmente.
Aceptación:
finalmente, llega el
momento en que aceptamos la pér-
dida. El shock y la confusión ceden
un poco y nos damos cuenta de que
simplemente no podemos traer a la
persona de vuelta (o cambiar nues-
tro destino, si es que enfrentamos
la inminencia de nuestra propia
muerte). Pero lo aceptamos, y con-
tinuamos con nuestra vida normal,
viviendo un día a la vez.
Terreno inexplorado
A medida que avanzamos por las
etapas del duelo, puede que pasemos
por unas mucho más rápido que por
otras. Podemos, por ejemplo, superar
el shock y la confusión de la negación
sin problema, pero luego vernos atas-
cados en el abismo de la depresión.
Claramente, nuestra meta es llegar a
la aceptación. Pero, ¿cómo lo logra-
mos? ¿Podemos hacerlo solos? ¿Pue-
den los demás ayudarnos a enfrentar
el duelo?
Una situación como ésta puede
parecernos completamente nueva
y hacernos sentir que andamos en
“terreno inexplorado”. Y, tal vez, no
queramos pedir ayuda por que pen-
samos que demostraremos debilidad.
Foto: iStockphoto.com