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EL ÚLTIMO ENEMIGO
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Influencia griega
en el cristianismo
Como veremos más adelante, la doc-
trina de la inmortalidad del alma no
se basa en la Biblia. Aun así, la mayo-
ría de las denominaciones cristianas
modernas se adhiere a ella, creyendo
que cuando el cuerpo muere, el alma
continúa con vida en otro lugar o
estado (comúnmente el cielo o el
infierno).
¿Cómo es posible que esta creencia
sin fundamento bíblico llegara a con-
vertirse en una doctrina cristiana?
La historia nos dice que la doctrina
de la inmortalidad del alma se intro-
dujo al cristianismo a comienzos del
siglo III (casi 200 años después de
la muerte y ascensión de Cristo). A
medida que el cristianismo se expan-
día por el imperio romano, surgieron
algunos pensadores y maestros que
mezclaban elementos del mensaje
cristiano con otras filosofías y reli-
giones de la época. Esto se conoce
como
sincretismo
.
Existen muchas fuentes históricas
que detallan los cambios doctrinales
que transformaron el cristianismo
bíblico (basado en las enseñanzas
de Jesucristo y los apóstoles) en uno
muy diferente, que se popularizó a lo
largo del Imperio romano.
La doctrina del alma inmortal es
un claro ejemplo de cómo creencias
antibíblicas y paganas fueron intro-
ducidas al cristianismo tras la muerte
del último apóstol original, Juan.
El teólogo Van Harvey explica que
“Tras la aparición del cristianismo
en el mundo greco-romano, los teó-
logos intentaron
reconciliar
esta
nueva religión con la filosofía griega,
especialmente con el platonismo.
Sin embargo, uno de los postulados
fundamentales del platonismo era
el A. [alma] inmortal e indestructi-
ble, cuya salvación era liberarse del
cuerpo” (
Handbook of Theological
Terms
[Manual de términos teológi-
cos], 1992, p. 226, énfasis original).
En su libro
Christian Doctrine
[Doc-
¿Es esto [la muerte] algo
más que la separación
del cuerpo y el alma?...
Estar muerto es alcanzar
esta separación, donde
el alma existe por sí
misma y sin el cuerpo”.
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Platón
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