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En 1 Corintios 2:11, Pablo lo explica con las siguientes
palabras: “¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre,
sino el espíritu del hombre que está en él?”. Luego, el apóstol
compara el espíritu en el hombre con el Espíritu de Dios,
demostrando que, así como el “espíritu en el hombre” nos
permite comprender “las cosas del hombre” (el mundo
físico), conocer y comprender las cosas espirituales también
requiere de un espíritu particular: el Espíritu de Dios.
Eclesiastés 12:7 además nos dice que el espíritu en el hombre
“volverá a Dios que lo dio” después de nuestra muerte. A
partir de esto, algunas personas asumen la existencia de un
alma inmortal que se va al cielo; sin embargo, las escrituras
nunca mencionan que este espíritu permanece consciente al
separarse del cuerpo.
Por otro lado, la Biblia sí dice claramente que el hombre no
tiene un alma inmortal. Tal parece entonces que el espíritu
en el hombre es una especie de registro de nuestra memoria
—nuestros pensamientos, recuerdos, personalidad y carácter.
Cuando morimos, este registro vuelve a Dios, quien volverá
a ponerlo en nuestro cuerpo resucitado en la resurrección
de los muertos. Así podremos comenzar una nueva vida sin
perder nuestros recuerdos e identidades.
Si desea saber más acerca de este fascinante componente
de la vida humana, lo invitamos a leer
en nuestro sitio web VidaEsperanzayVerdad.
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