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EL MISTERIO DEL REINO
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14). Veamos ahora cómo podemos mante-
nernos enfocados en el venidero Reino de
Dios y representárselo a otros.
El sábado semanal
Uno de los mayores cambios en la vida de
aquellos que están buscando el Reino de
Dios es en cuanto a los días en que ellos
se reúnen para adorar a Dios. En el cris-
tianismo tradicional la mayoría de per-
sonas suponen que el domingo es el día
para asistir a la iglesia y que las festivida-
des tales como Navidad y Pascua Florida
son celebraciones en honor del nacimiento
de Cristo y la resurrección. Pero —y aquí
tenemos otra parte del “misterio del reino”
(Marcos 4:11)— estos días no son los días
ordenados para adorar en la Biblia. En vez
de esto, Dios tiene días diferentes de ado-
ración para aquellos que Él está llamando
y preparando para su Reino.
El día semanal de adoración —el “sábado”
como se llama en la Biblia— no es el pri-
mer día de la semana (el domingo) como
muchos suponen. En lugar de esto, la
Biblia establece que es el séptimo día de
la semana (el sábado). Dios estableció este
día de descanso desde el principio, cuando
en seis días creó la tierra tal como la cono-
cemos.
“Y acabó Dios en el
día séptimo
la obra
que hizo; y reposó el
día séptimo
de toda
la obra que hizo. Y bendijo Dios al
día sép-
timo,
y lo santificó, porque en él reposó de
toda la obra que había hecho en la crea-
ción” (Génesis 2:2-3).
Dios declaró específicamente que el “sép-
timo día será de reposo, santa convoca-
ción” (Levítico 23:3). El séptimo día era
y continúa siendo el día de descanso de
nuestras labores regulares y el día de reu-
nión con el pueblo de Dios para adorarlo
a Él. Contrario a la creencia popular, Dios
nunca bendijo o santificó la adoración en
otro día de la semana. Este día de reposo
semanal y de reunión para adorar nunca
ha sido cambiado por Dios.
Cuando Cristo vino a la tierra, Él adoró
el séptimo día —el sábado (Lucas 4:16), y
éste fue el mismo día en que sus discípulos
y la iglesia del Nuevo Testamento adora-
ron también (Hechos 13:14, 42, 44; 18:4).
Por ser uno de los mandamientos de Dios
(Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15),
el séptimo día, sábado, continúa como
actualmente “un pacto perpetuo” y una
“señal” del pueblo de Dios actualmente,
de la misma forma en que lo era para la
antigua Israel (Éxodo 31:13, 16-17). Como
Cristo dijo, debemos guardar los manda-
mientos si queremos recibir el don de la
vida eterna (Mateo 19:16-19; Marcos 10:17-
19).
En el libro de Hebreos, se afirma que guar-
dar el sábado es un recordatorio del veni-
dero Reino de Dios. Para establecer esta
relación, el autor habla acerca de la Tie-
rra Prometida, Canaán, como un tipo del
“descanso” para la antigua Israel (3:7-19)
y de otro “descanso” al que el pueblo de
Dios podía entrar (Hebreos 4:1). Siendo
una de las principales peticiones de nues-
tras oraciones (Mateo 6:10) y algo que