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                La promesa de Pentecostés
              
            
            
              “Cuando llegó el día de Pentecostés, esta-
            
            
              ban todos unánimes juntos. Y de repente
            
            
              vino del cielo un estruendo como de un
            
            
              viento recio que soplaba, el cual llenó
            
            
              toda la casa donde estaban sentados; y se
            
            
              les aparecieron lenguas repartidas, como
            
            
              de fuego, asentándose sobre cada uno de
            
            
              ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu
            
            
              Santo, y comenzaron a hablar en otras
            
            
              lenguas, según el Espíritu les daba que
            
            
              hablasen” (Hechos 2:1-4).
            
            
              Durante su ministerio, Jesucristo les había
            
            
              hablado a sus discípulos acerca del poder
            
            
              de su Espíritu Santo, que ellos lo necesi-
            
            
              taban y lo iban a recibir. Al obedecer fiel-
            
            
              mente el mandamiento de Dios de guar-
            
            
              dar y congregarse en sus fiestas, estuvieron
            
            
              preparados para recibir este milagro.
            
            
              Dios utilizó los milagros para hacer que
            
            
              una multitud grande se reuniera para
            
            
              escuchar a Pedro predicar un vehemente
            
            
              sermón:
            
            
              “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
            
            
              Israel, que a este Jesús a quien vosotros cru-
            
            
              cificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
            
            
              Al oír esto, se compungieron de corazón y
            
            
              dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varo-
            
            
              nes hermanos, ¿Qué haremos?
            
            
              “Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese
            
            
              cada uno de vosotros en el nombre de
            
            
              Jesucristo para perdón de los pecados; y
            
            
              recibiréis el don del Espíritu Santo….
            
            
              “Así que, los que recibieron su palabra
            
            
              fueron bautizados; y se añadieron aquel
            
            
              
                Pentecostés:
              
            
            
              
                Dios da su Espíritu Santo
              
            
            
              La crucifixión de Jesús en la Pascua fue un evento fundamental de
            
            
              la historia. Y tan sólo siete semanas después, otro acontecimiento
            
            
              crucial ocurrió en la Fiesta de Pentecostés.