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EL LIBRO DE APOCALIPSIS
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¿Por qué es necesario el Día del Señor?
Para entender por qué es necesario este tiempo tan terrible de castigo, tenemos
que volver al principio y entender el propósito de Dios al crear al hombre y ver
cómo Satanás y el pecado han corrompido este mundo.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Con
estas palabras, Dios formó a Adán del polvo de la tierra y sopló en su nariz
aliento de vida” (Génesis 1:26; 2:7). Dotada de autopercepción, libre albedrío,
imaginación y conciencia, la humanidad fue creada para desarrollar estas
capacidades únicas y, eventualmente —con la ayuda divina— el carácter moral
justo de Dios mismo.
Pero la Biblia revela la existencia de un espíritu perverso conocido como Sata-
nás, quien actualmente gobierna la Tierra y ha sido responsable de engañar al
mundo entero (Lucas 4:6; Juan 14:30; 2 Corintios 4:3-4; Apocalipsis 12:9). (Si
desea más detalles acerca del origen de Satanás y el mal, descargue nuestro
folleto gratuito:
Satanás es un mentiroso y asesino (Juan 8:44). Aunque él no puede obligar a
las personas a tomar malas decisiones, Satanás puede influenciar su comporta-
miento al suscitar pensamientos y emociones. Por medio de una sutil manipu-
lación, él apela a las inclinaciones naturales del hombre y provoca a las perso-
nas para que conciban y hagan el mal, persuadiéndolos de que éstas son cosas
buenas (Isaías 5:20; 2 Corintios 11:14). Eso fue lo que ocurrió con Adán y Eva.
La mentira de Satanás los llevó a ellos a cuestionar lo que Dios les había dicho y
tomar decisiones por su propia cuenta.
Al rechazar las instrucciones de Dios y escoger comer del árbol prohibido en el
Jardín del Edén, Adán y Eva pusieron en acción un patrón de actitudes y deci-
siones rebeldes que los separaron a ellos y a nosotros de nuestro Creador. El
pecado había contaminado la relación. Ellos escogieron decidir por sí mismos
lo que es bueno y lo que es malo.
Entonces, fueron expulsados del Edén, y perdieron su relación cercana con
Dios. Su elección los condujo a la muerte a ellos y a todos los que siguieron su
ejemplo (Romanos 5:12; Génesis 3).
Al continuar rechazando las leyes perfectas y benéficas de Dios, la humanidad
ha ido incorporando más y más de las perversas y destructivas cualidades del
adversario de Dios, Satanás el diablo. A pesar de las advertencias de Dios, la
humanidad no ha querido arrepentirse. Ya Dios ha intervenido en dos oca-
