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EL MISTERIO DEL REINO
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El estilo de enseñanza de Jesús —con
autoridad y diferente al de los escri-
bas— llamaba la atención de las personas
(Mateo 7:29) y muchos acudieron para
ser sanados de sus enfermedades físicas
(Mateo 14:35-36). Otros vinieron en busca
de milagros o a ver a Jesús enfrentarse
verbalmente con las autoridades religio-
sas o tal vez porque querían comida gratis
(Lucas 23:8; Mateo 15:1-20, 29-38; 14:13-
21). Pero gran parte de ellos no entendie-
ron cabalmente lo que Él estaba diciendo.
Si bien no podían negar los milagros y se
sentían intrigados por su forma de predi-
car, su mensaje era un misterio.
Es bien conocido el uso que Jesús les daba
a las parábolas (Marcos 4:2) —historias
cortas que ilustraban principios morales o
verdades. Actualmente, muchas personas
piensan que Él las utilizaba para hacer que
su mensaje fuera fácil de entender. Pero
hay una verdad que pocos entienden: ¡Él
hablaba en parábolas para que las perso-
nas
no pudieran
entender!
¿Le parece algo difícil de creer? Veamos la
explicación de Jesús.
Después de que Jesús comparara el Reino
con un sembrador, sus discípulos —aque-
llos que Él estaba entrenando personal-
mente— le preguntaron en privado qué
significaba la parábola del sembrador.
Veamos su respuesta: “A vosotros os es
dado saber
el misterio del reino
de Dios;
mas a los que están fuera, por parábolas
todas las cosas” (Marcos 4:11; énfasis agre-
gado).
Jesús habló deliberadamente en parábo-
las para esconder su mensaje acerca del
Reino. Él les dijo a sus discípulos: “A uste-
des se les ha concedido que conozcan
los
secretos del reino de Dios,
pero a los demás
se les habla por medio de parábolas para
que aunque miren, no vean; aunque oigan,
no entiendan” (Lucas 8:10; NVI).
Sólo unos pocos recibieron la oportuni-
dad de entender “el misterio del reino”. Y
este misterio continúa en la actualidad.
Los “secretos del Reino de Dios” todavía
están escondidos.
En lugar de dar una explicación clara del
mensaje central de Cristo, el cristianismo
ofrece una amplia gama de enseñanzas y
evangelios que se oponen y contradicen
entre sí. Si bien es cierto que todos reco-
nocen que Jesús dijo: “Arrepentíos, por-
que el reino de los cielos se ha acercado”,
las ideas acerca del reino varían inmen-
samente. Las más de 38.000 denomina-
ciones del cristianismo en nuestro mundo
moderno tienen cada una su propia inter-
pretación de las palabras de Jesús.
Para
una explicación de este término, por favor
lea el recuadro “¿Qué es el evangelio?”.
Dada la multitud de creencias del cristia-
nismo, no debe sorprendernos que algu-
nas de ellas estén en franca contradicción
con la Biblia. Por ejemplo, la creencia de
que después de morir, las personas bue-
nas van al cielo con Jesús, es una premisa
que muchos suponen. Muchos hemos ido
a funerales en los cuales el ministro, los
amigos y familiares se refieren a la per-
sona muerta como alguien que los está