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brar la Navidad en honor de su nacimiento
y celebrar la Pascua Florida recordando su
resurrección. Eventualmente este engaño
será descubierto y la ira de Dios vendrá
“contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la
verdad” (Romanos 1:18). Pero por ahora,
el misterio continúa para la gran mayoría
de personas engañadas por Satanás (Apo-
calipsis 12:9).
Sin embargo, este
“misterio
que había
estado oculto desde los siglos y edades,
pero que ahora ha sido manifestado a sus
santos, a quienes Dios quiso dar a cono-
cer las riquezas de la gloria de este
misterio
entre los gentiles; que es Cristo en voso-
tros, la esperanza de gloria” (Colosenses
1:26-27).
Ahora que usted sabe
Al terminar de leer esta revelación del
misterio del Reino, usted está en una
situación similar a la de los discípulos
de Jesús. Después de explicar la parábola
del sembrador y la semilla, Jesús les dijo:
“Pero bienaventurados vuestros ojos, por-
que ven; y vuestros oídos, porque oyen”
(Mateo 13:16). A ellos se les había dado la
explicación del misterio que ahora usted
conoce también.
Ahora que usted conoce “los secretos del
Reino de Dios”, ¿qué va a hacer con este
conocimiento? (Lucas 8:10). Su respuesta
será una de las cuatro identificadas por
Jesús en su parábola del sembrador. Con-
sidere cuidadosamente las respuestas que
las personas han dado después de oír la
explicación de este conocimiento escon-
dido.
“Oíd, pues, vosotros la parábola del sem-
brador: Cuando alguno oye la palabra del
reino y no la entiende, viene el malo, y
arrebata lo que fue sembrado en su cora-
zón. Este es el que fue sembrado junto al
camino. Y el que fue sembrado en pedre-
gales, éste es el que oye la palabra, y al
momento la recibe con gozo; pero no tiene
raíz en sí, sino que es de corta duración,
pues al venir la aflicción o la persecución
por causa de la palabra, luego tropieza. El
que fue sembrado entre espinos, éste es
el que oye la palabra, pero el afán de este
siglo y el engaño de las riquezas ahogan
la palabra, y se hace infructuosa. Mas el
que fue sembrado en buena tierra, éste es
el que oye y entiende la palabra, y da fruto;
y produce a ciento, a sesenta, y a treinta
por uno” (Mateo 13:18-23).
Esperamos que responda ante esta inva-
luable oportunidad. Jesús le está diciendo:
“El reino de Dios se ha acercado. Arrepen-
tíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15).