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Daniel no había llegado a su fin. Toda-
vía no había llegado el momento de que
el Reino de Dios reemplazara a todos los
gobiernos humanos de la tierra. En su jui-
cio ante Pilato, Jesús dijo: “Mi reino no es
de este mundo; si mi reino fuera de este
mundo, mis servidores pelearían para que
yo no fuera entregado a los judíos; pero mi
reino no es de aquí” (Juan 18:36).
Pero el hecho de que el Reino de Dios
no hubiera llegado todavía a la tierra no
fue una razón para que los discípulos de
Jesús no dejaran de preguntar acerca de
este tema tan importante. Al fin y al cabo,
Jesús les había enseñado a orar para que
su Reino viniera y que lo hicieran la más
importante prioridad de sus vidas (Mateo
6:10, 33).
Los discípulos se acercaron en privado a
Jesús, curiosos acerca de este Reino, y le
preguntaron, “…Dinos, ¿cuándo serán
estas cosas, y qué señal habrá de tu venida,
y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Ellos
querían saber qué señales indicarían que
su regreso estaba próximo y que el reinado
de los gobiernos humanos estaba llegando
a su fin.
Al responder las preguntas de sus discípu-
los, Jesús les dijo que habría falsos maes-
tros, guerras, hambres, pestes y terremo-
tos. Sin embargo agregó: “pero el fin no
será inmediatamente” (Lucas 21:9). Todos
estos acontecimientos serían “principio de
dolores” (Mateo 24:8).
Al hablar de estos temas con los discípu-
los después de su resurrección, Jesús nue-
vamente afirmó que el Reino profetizado
todavía no estaba en la tierra (Hechos 1:3-
8). Y aquí, Él utilizó la expresión “los tiem-
pos o las sazones”, para referirse a todo lo
que estaba bajo el control del Padre. Con
un entendimiento global de la historia
humana que ningún ser humano podría
tener, Dios el Padre sería el que decidiría
cuando enviar a Jesús a establecer el Reino
de Dios en la tierra (Mateo 24:36; Marcos
13:32).
En Hechos 1 Jesús les dijo a los discípulos
que ellos necesitaban expandir su enten-
dimiento del tiempo que Dios tenía dis-
puesto para trabajar con la humanidad.
Él les explicó que más tarde ellos entende-
rían a cabalidad —que Él no iba a regre-
sar en su época. Dios iba a permitir que
transcurriera un tiempo en el que “las
primicias” —un pequeño grupo inicial de
personas— fueran llamadas y entrenadas
para servir como maestros cuando Jesu-
cristo regresara a la tierra a establecer el
Reino (Santiago 1:18; Apocalipsis 5:10).
Cristo iba a regresar sólo después de una
serie de eventos profetizados por Juan
en el libro de Apocalipsis. Después de
que el séptimo ángel tocara la trompeta,
se escucharían fuertes voces en el cielo
que dirían: “Los reinos de este mundo
han venido a ser de nuestro Señor y de
su Cristo; y él reinará por los siglos de los
siglos” (Apocalipsis 11:15).
En resumen, el Reino de Dios está actual-
mente en los cielos. Pero cuando Jesús
regrese, será establecido en la tierra.
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