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Muchas antiguas religiones paga-
nas desarrollaron rituales en torno
a la muerte, todos ellos basados en
la idea de que la conciencia de la
persona sigue viva después de la
muerte.
Para los antiguos egipcios, por
ejemplo, el
ba
(alma) era “un ente
concreto, invisible en vida, cuya
residencia es el cuerpo humano”
y que “habita el cuerpo durante la
vida, pero lo deja al momento de la
muerte” (
Encyclopaedia of Religion
and Ethics
[Enciclopedia de religión
y ética], 1908, Vol. 11, p. 752). Como
consecuencia, esta cultura creó un
elaborado texto de conjuros “para
proteger y ayudar a los muertos en
el más allá” llamado
El libro de los
muertos
(
Enciclopedia Británica,
“Book of the Dead” [“Libro de los
muertos”]).
Por su parte, los babilonios tenían
una idea bastante lúgubre del más
allá. Según su creencia, “quienes
dejaban esta vida continuarían
una desdichada existencia en una
caverna subterránea. Se creía que,
en este sombrío lugar, los muer-
tos tomaban forma de cuerpos en
descomposición” (
Encyclopaedia of
Religion and Ethics
[Enciclopedia de
religión y ética], Vol. 11, p. 749).
Si bien la mayoría las antiguas reli-
giones paganas creía en la inmorta-
lidad del alma de una forma u otra,
no fue sino hasta la llegada de la
filosofía griega que esta idea logró
transformarse en una doctrina for-
mal. Los historiadores afirman que
la teoría del alma inmortal surgió
con el filósofo griego Platón (siglo V
a.C.), influenciado por Pitágoras y
Sócrates —también filósofos griegos.
Platón postulaba que el ser humano
posee un alma indestructible. Como
indica la
Enciclopedia Católica,
“Para Platón, el alma es una entidad
distinta del cuerpo, cuya relación al
mismo es como la de un piloto y su
nave, un conductor y su carroza. El
alma racional es el alma del hom-
bre en sí. Es un elemento divino y lo
inmortal en el hombre” (“Inmorta-
lidad”).
En su obra
Fedón,
Platón profundiza
su teoría explicando que “El alma,
cuyo atributo fundamental es la vida,
nunca admitiría lo opuesto a la vida,
la muerte. Así se demuestra que el
alma es inmortal y, por lo tanto,
indestructible” (
Plato the Teacher:
Being Selections From the Apology,
Euthydemus, Protagoras, Symposium,
Phaedrus, Republic and Phaedo of
Plato
[Diálogos de Platón: fragmen-
tos seleccionados de la Apología,
Eutidemo, Protágoras, El banquete,
Fedro y La república], 1897, p. 449).
En la misma obra, el autor escribe lo
siguiente acerca de la muerte: “¿Es
esto [la muerte] algo más que la sepa-
ración del cuerpo y el alma? ... Estar
muerto es alcanzar esta separación,
donde el alma existe por sí misma y
sin el cuerpo” (pp. 425-426).
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