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LAS FIESTAS SANTAS DE DIOS
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Así, la historia tradicional de los tres
magos que llegan al pesebre no se encuen-
tra en la Biblia.
Una importante razón adicional para
no celebrar Navidad es que en ninguna
parte encontramos que Dios nos ordene
celebrar el cumpleaños de Cristo. Si Él
hubiera querido que lo hiciéramos, nos
habría dicho cuándo nació y cómo debe-
mos celebrarlo. Por otra parte, si bien es
cierto que Él no quiere que celebremos su
cumpleaños, Jesús sí nos dio instrucciones
para conmemorar su muerte y el signifi-
cado espiritual de ésta. (Vea el recuadro:
“La Pascua: ¿Qué hizo Jesús por usted?”)
¿Cuál es la diferencia?
Algunas personas pueden preguntarse:
“¿cuál es la diferencia? Ahora aquellas
costumbres paganas tienen un ‘signifi-
cado cristiano’ asociado a ellas. ¿Esto hace
que estas costumbres paganas sean acep-
tables?” Si dejamos la decisión a la opi-
nión humana, nunca terminaría el debate
acerca de esto. Pero como Dios habla
específicamente de las costumbres paga-
nas utilizadas para adorarle, debemos
buscar en la Biblia las respuestas.
Encontramos en Deuteronomio 12:29-32:
“Cuando el Eterno tu Dios haya destruido
delante de ti las naciones adonde tú vas
para poseerlas, y las heredes, y habites en
su tierra, guárdate que no tropieces yendo
en pos de ellas, después que sean destrui-
das delante de ti; no preguntes acerca de
su dioses, diciendo: De la manera que
servían aquellas naciones a sus dioses, yo
también les serviré. No harás así al Eterno
tu Dios; porque toda cosa abominable que
el Eterno aborrece, hicieron ellos a sus
dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas
quemaban en el fuego a sus dioses. Cuida-
rás de hacer todo lo que yo te mando; no
añadirás a ello, ni de ello quitarás”.
Analicemos también lo que Jesucristo
señaló a un devoto grupo religioso, los
fariseos, en Marcos 7:6-9: “Hipócritas,
bien profetizó de vosotros Isaías, como
está escrito: Este pueblo de labios me
honra, mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran, enseñando
como doctrinas mandamientos de hom-
bres. Porque dejando el mandamiento de
Dios, os aferráis a la tradición de los hom-
bres…bien invalidáis el mandamiento de
Dios para guardar vuestra tradición”.
Dios no acepta costumbres paganas o tra-
diciones humanas. Ante Dios, esto marca
una diferencia. Él quiere ser adorado en la
forma en que Él nos instruye, sin las tradi-
ciones que los hombres han agregado a lo
largo de los siglos.
A pesar de lo que muchos que se consi-
deran cristianos han tratado de hacer, es
imposible transformar una costumbre
pagana en una cristiana. Dios es el único
que tiene la autoridad para determinar
cómo debemos adorarlo.
Es claro que la Navidad no es la forma en
que Cristo quiere que lo adoremos.